sábado, 11 de febrero de 2017

El regreso de los patriotas

En primer lugar: Ya era hora. Ya era hora de que Jorge Rodríguez publique un libro completo de pura historieta de ficción, y ya era hora de que en San Juan se publique un libro de pura historieta de ficción. Enfatizo lo de la ficción, porque ya hace unos años Rodríguez publicó un gordo volumen adaptando a historieta la vida de Sarmiento, pero amén de ser un documental, ese libro también tenía el detalle de no ser 100% historieta -contaba con largos bloques de texto en prosa- y de tener múltiples defectos de edición.
El Regreso de los Patriotas viene entonces a remediar todo esto, ya que a diferencia de Sarmiento, no viene a cumplir ninguna utilidad didáctica o académica, sino a darnos el lujo de ver a este virtuoso del lápiz desplegar su arsenal gráfico y narrativo al servicio de una historia fantástica y esta vez con sus dibujos digitalizados de manera impecable. Y haciendo posible que esto sucediera está –además de la editorial universitaria- Damián López, quien a diferencia de Rodríguez (que lleva décadas dibujando viñetas), hace aquí su debut como guionista de historietas, ya que su terreno es generalmente la poesía. Ojo: López no es ajeno a la historieta. Aparte de contar con diversos libros de historieta en esa suerte de biblioteca a la que insiste en llamar su hogar (no es joda: cada pared y mueble están recubiertos de libros), también editó un par de obras de humor gráfico con su editorial casera Elandamio, así que algo entiende de historietas, siquiera como para tocar de oído y como para tirar buenas ideas que sirvan para que su coequiper despliegue el oficio y la magia.
Si acaso, la poca experiencia de López en terreno comiquero se nota en la primera quincena de páginas, demasiado sobrecargadas de diálogo y sin muchas posibilidades de que el dibujante haga algo más que “cabezas parlantes”, pero una vez que los protagonistas terminan su debate y deciden ponerse en movimiento, la aventura rueda y gana espesor cual bola de nieve durante la siguiente centena de páginas. El único defecto que se le puede echar en cara al dibujante es la extraña disposición entre las viñetas de algunos de los globos de diálogo más voluminosos, lo cual no llega a resultar confuso gracias a la narrativa cristalina, pero sí un tanto feos al ojo, empañando un poco la impecable faz gráfica.
Si bien Rodríguez no cita a la historieta europea entre sus influencias y no sé que tanto conocimiento de la misma tenga López, el resultado es bastante similar a obras de Pierre Christin y Enki Bilal como Partida de caza o Las falanges del Orden Negro: comics cargados de contenido político en que los diálogos tienen gran peso y la acción va in crescendo, con cierta parsimonia. La diferencia es la gráfica, ya que lejos de la claustrofobia inexpresiva del yugoslavo Bilal, acá abundan los espacios abiertos, los planos blancos y una gran fuerza expresiva en los rostros. Además que, dado que los sanjuaninos no tienen restricciones de espacio pudieron abundar en secuencias mudas de varias viñetas e incluso de varias páginas. También son un lujo las composiciones a página completa en las escenas de batalla, algo impensable de ver en un encorsetado comic francés.
Se nota además el alma de poeta del guionista, a quien no le interesa en ningún momento explicitar todo al lector, ni mucho menos imponer una lógica rigurosa de los acontecimientos. López utiliza la historieta como un vehículo de ideas políticas e interpretaciones de los eventos históricos. Y ni siquiera sus propias ideas e interpretaciones, sino las de los mismos protagonistas. Así Damián aprovecha hábilmente el peso histórico de los personajes para tirar la piedra y esconder la mano y que los lectores se devanen los sesos pensando en si quiso decir esto o aquello. Esta es una historia intencionalmente llena de metáforas y situaciones abiertas a la interpretación y sobre todo al conocimiento del lector, ya que hay múltiples guiños a eventos y personalidades históricas.
Y hablando de guiños y referencias: se lleva las palmas el obsceno nivel de atención al detalle de Rodríguez en las locaciones, en las vestimentas, en los gestos, en los uniformes, en las armas, en los caballos… ¡en las riendas de los caballos! Para un dibujante distraído y apurón como quien esto escribe, es casi insultante ver tal perfeccionismo. Y a todo esto, llevo todo un palabrerío escrito sin detallar nada de la historia propiamente dicha. Para spoilear lo menos posible: Un grupo de próceres se aburre de calentar asientos en el más allá y deciden volver a la vida para solucionar cierto problema concerniente a la soberanía nacional. Puede sonar como una premisa solemne, pero no, no se equivoquen: aquí hay humor, hay equívocos anacronísticos y hay épicas escenas de batalla con elementos fantásticos incluidos.
Y si eso no les convence de que esta historieta vale la pena ser leída, siquiera denle una oportunidad al disfrute de ver a Facundo Quiroga de jean y campera cagando a trompadas a un taxista. Para el que quiera leer algo más de los autores de esta novela gráfica, puede conseguir en la mayoría de las librerías sanjuaninas el ya citado Sarmiento de Jorge Rodríguez, y de Damián López el libro ¡Cámbiale, Marge! Posmodernidad, Capitalismo y Literatura en The Simpsons, ensayo cuyo título es bastante autodescriptivo. Los libros de poesía de Damián, como La otra cara de la almohada, son un poco más difíciles y sólo se encuentran en librerías que traigan material independiente, como Desnivel.

Este reseña, publicada aquí de manera MUY tardía con respecto a la salida del libro, que lleva más de un año en la calle, fue originalmente subida a Revista Champa.